Saltar al contenido principal

Un equipo mundial de destacados científicos y médicos se ha reunido para escribir un editorial en el que sugieren que determinados microbios -un virus específico y dos tipos concretos de bacterias- son la causa principal de la enfermedad de Alzheimer. Su trabajo, publicado en línea en la prestigiosa revista Journal of Alzheimer's Disease, subraya la necesidad urgente de seguir investigando y, lo que es más importante, de realizar ensayos clínicos de antimicrobianos y agentes afines para tratar la enfermedad.

Esta importante llamada a la acción se basa en pruebas sustanciales publicadas sobre la enfermedad de Alzheimer. El innovador editorial del equipo resume los abundantes datos que implican a estos microbios, pero hasta ahora este trabajo se ha ignorado en gran medida o se ha tachado de controvertido, a pesar de la falta de pruebas que demuestren lo contrario. En consecuencia, se han rechazado propuestas para financiar ensayos clínicos, a pesar de que en la última década se han realizado más de 400 ensayos clínicos infructuosos sobre la enfermedad de Alzheimer basados en otros conceptos.

La resistencia a los conceptos microbianos es similar a la feroz resistencia a los estudios de hace unos años que demostraban que los virus causan ciertos tipos de cáncer y que una bacteria causa úlceras de estómago. Estos conceptos acabaron demostrando su validez, lo que condujo al éxito de los ensayos clínicos y al posterior desarrollo de tratamientos adecuados.

El profesor Douglas Kell, de la Facultad de Química de la Universidad de Manchester y del Instituto de Biotecnología de Manchester, es uno de los autores del editorial. Afirma que los glóbulos rojos supuestamente estériles contienen microbios latentes, lo que también tiene implicaciones para las transfusiones de sangre.

"Estamos diciendo que hay pruebas incontrovertibles de que la enfermedad de Alzheimer tiene un componente microbiano latente, y que éste puede despertarse por la desregulación del hierro. Eliminar este hierro ralentizará o evitará la degeneración cognitiva: no podemos seguir ignorando todas las pruebas", afirmó el profesor Douglas Kell.

La profesora Resia Pretorius, de la Universidad de Pretoria, que colaboró con Douglas Kell en el editorial, afirmó: "La presencia microbiana en la sangre también puede desempeñar un papel fundamental como agente de la inflamación sistémica, que es un rasgo distintivo de la enfermedad de Alzheimer, en particular el componente de la pared celular bacteriana y la endotoxina, el lipopolisacárido. Además, existen numerosas pruebas de que esto puede causar neuroinflamación y formación de placas de amiloide-β".

Las conclusiones de este editorial también podrían tener implicaciones para el futuro tratamiento de la enfermedad de Parkinson y otros trastornos neurológicos progresivos.

Los microbios y la enfermedad de Alzheimer

Somos investigadores y clínicos que trabajamos en la enfermedad de Alzheimer (EA) o en temas relacionados, y escribimos para expresar nuestra preocupación por el hecho de que se haya descuidado un aspecto concreto de la enfermedad, a pesar de que un tratamiento basado en él podría ralentizar o detener la progresión de la EA. Nos referimos a los numerosos estudios, especialmente en humanos, que implican a microbios específicos en el cerebro de las personas mayores, en particular el virus del herpes simple tipo 1 (VHS1), la Chlamydia pneumoniae y diversos tipos de espiroquetas, en la etiología de la EA. También se han descrito infecciones fúngicas del cerebro en la EA [5, 6], así como microbios anómalos en la sangre de pacientes con EA. Las primeras observaciones de HSV1 en el cerebro de pacientes con EA se comunicaron hace casi tres décadas]. El número cada vez mayor de estos estudios (actualmente unos 100 sólo sobre el VHS1) justifica una reevaluación del concepto de infección y EA.

La EA se asocia con la pérdida neuronal y la disfunción sináptica progresiva, acompañadas por el depósito del péptido amiloide-β (Aβ), un producto de escisión del precursor de la proteína amiloide-β (AβPP), y formas anormales de la proteína tau, marcadores que se han utilizado como criterios diagnósticos de la enfermedad. Éstos representan los marcadores de la EA, pero se desconoce si son la causa o las consecuencias de la EA. Sospechamos que son indicadores de una etiología infecciosa. En la EA, la gente suele ignorar que los microbios pueden causar enfermedad crónica además de aguda, que algunos microbios pueden permanecer latentes en el organismo y tener el potencial de reactivarse, cuyos efectos pueden producirse años después de la infección inicial, y que las personas pueden estar infectadas pero no necesariamente afectadas, de modo que aunque estén infectadas, los "controles" son asintomáticos.

"Los microbios y el Alzheimer" por Itzhaki, Ruth F.; Lathe, Richard; Balin, Brian J.; Ball, Melvyn J.; Träger, Elaine L.; Bullido, Maria J.Carter, Chris; Clerici, Mario; Cosby, S. Louise; Field, Hugh; Fulop, Tamas; Grassi, Claudio; Griffin, W. Sue T.; Haas, Jürgen; Hudson, Alan P.; Kamer, Angela R.; Kell, Douglas B.Licastro, Federico; Letenneur, Luc; Lövheim, Hugo; Mancuso, Roberta; Miklossy, Judith; Lagunas, Carola Otth; Palamara, Anna Teresa; Perry, George; Preston, Christopher; Pretorius, Etheresia; Strandberg, Timo; Tabet, Naji; Taylor-Robinson, Simon D.; y Whittum-Hudson, Judith A. en Journal of Alzheimer's Disease. Publicado en línea el 8 de marzo de 2016 doi:10.3233/JAD-160152