Campos electromagnéticos y cáncer: el coste de no hacer nada
Una entrada de blog basada en el artículo de David O. Carpenter en "Reviews on Environmental Health", Vol. 25, nº 1, 2010
Los campos electromagnéticos (CEM) son omnipresentes. Los generan la electricidad (frecuencia extremadamente baja, FEB), las frecuencias de comunicación y los dispositivos inalámbricos (radiofrecuencia, RF). La preocupación por los riesgos para la salud de los CEM ha aumentado con el uso creciente de teléfonos móviles y otros dispositivos inalámbricos, especialmente entre los niños.
Esta entrada de blog, basada en un artículo de David O. Carpenter, examina las pruebas científicas sobre los CEM y el cáncer y argumenta que la inacción podría tener graves consecuencias.
Leucemia y campos de FEB:
Desde los históricos estudios de Wertheimer y Leeper en 1979, existen pruebas de una relación entre la exposición a campos magnéticos residenciales y un mayor riesgo de leucemia infantil. Estos resultados han sido confirmados por numerosos estudios de seguimiento y metaanálisis. Los adultos expuestos profesionalmente a CEM también muestran un mayor riesgo de leucemia. También hay indicios de una conexión con los tumores cerebrales.
Tumores cerebrales y radiación de telefonía móvil (RF):
Estudios recientes muestran un aumento de la tasa de tumores cerebrales y neuromas acústicos en el lado de la cabeza donde se utiliza el teléfono móvil. Preocupa especialmente la mayor susceptibilidad de los niños y adolescentes. Los estudios de Hardell et al. demuestran que las personas que empiezan a utilizar teléfonos móviles a una edad temprana tienen un riesgo significativamente mayor de padecer tumores cerebrales.
¿Por qué no se tienen en cuenta estos resultados en los nuevos límites de exposición?
A pesar de las claras pruebas de la relación entre la exposición a los CEM y el cáncer, los gobiernos y los organismos internacionales se resisten a reconocer los resultados como una relación causa-efecto y a tomar las medidas de protección adecuadas.
Esto se debe a dos problemas principales
- Falta de mecanismos claros: no existe un mecanismo generalmente reconocido que explique plenamente la carcinogénesis por CEM. Muchos suponen que los carcinógenos deben dañar directamente el ADN, como ocurre con las radiaciones ionizantes. Sin embargo, hay muchos carcinógenos conocidos que no dañan directamente el ADN, como el arsénico y la dioxina. Los CEM pueden dañar indirectamente el ADN, inducir genes, generar especies reactivas de oxígeno y desencadenar proteínas de choque térmico, factores todos ellos que pueden contribuir a la carcinogénesis.
- Estudios incoherentes en animales: Los estudios en animales no han demostrado sistemáticamente que la exposición a CEM produzca cáncer. Sin embargo, hay estudios que muestran un mayor riesgo de linfoma en perros que viven en hogares con una elevada exposición a CEM.
Carpenter sostiene que los estudios existentes en humanos son suficientemente convincentes para justificar la adopción de medidas, aunque los detalles mecanicistas aún no se comprendan del todo. Los límites actuales están desfasados y no tienen en cuenta los resultados de las investigaciones actuales.
El coste de no hacer nada:
Las consecuencias a largo plazo de la exposición a los CEM, especialmente para los niños, aún no son previsibles. Si los riesgos son reales y los niños son especialmente vulnerables, podríamos enfrentarnos a un aumento de los tumores cerebrales y otros tipos de cáncer en el futuro.
Es urgente que la industria desarrolle proactivamente productos con una exposición reducida a los CEM y que los gobiernos y las organizaciones internacionales establezcan límites basados en pruebas científicas. Cada individuo puede reducir su propia exposición ocupándose conscientemente de las fuentes de CEM.
Conclusión:
Los resultados de la investigación sobre CEM y cáncer son preocupantes. La inacción podría tener graves consecuencias para la salud pública, especialmente para los niños y adolescentes. Es hora de tomarse en serio las pruebas disponibles y actuar para proteger a la población.