Cuando observamos a las personas, tenemos que darnos cuenta de que en una misma situación, las personas actúan y reaccionan de forma completamente diferente. Muchos de vosotros relacionáis esto con la estructura del carácter de las personas.
El carácter:
Cómo reaccionamos emocionalmente y cómo actuamos en momentos de crisis, ya sea la pérdida del trabajo o una enfermedad grave, depende de nuestro carácter.
La neurociencia moderna supone que nuestra arquitectura neuronal determina lo que sentimos y quiénes somos. Estas improntas se producen en la infancia.
la información importante se transporta al cerebro a través de las células nerviosas. Cada experiencia impactante cambia los circuitos sinápticos de la estructura neuronal. Y estos circuitos sinápticos influyen en cómo nos comportamos la próxima vez.
Las nuevas experiencias conducen a una nueva expansión de las redes, y los puntos de conmutación que ya no son necesarios vuelven a desmantelarse.
Por tanto, el ser humano puede construir permanentemente su arquitectura neuronal mediante la experiencia y el aprendizaje.
Confianza básica:
¿Qué tiene que ver el carácter con la confianza básica?
Cada uno de nosotros necesita un lugar de refugio, un lugar donde nos sintamos seguros, protegidos, queridos y bienvenidos. Si nos fijamos en la neurociencia, este anhelo procede del cerebro de los mamíferos, es decir, del sistema límbico.
Idealmente, encontramos este lugar en nuestro propio hogar paterno. Y entonces las personas interiorizamos este sentimiento de seguridad, confianza y amor como una actitud positiva básica ante la vida que conservamos de adultos gracias a nuestra rutina aprendida. Tenemos confianza en nosotros mismos y también podemos confiar en otras personas.
Cuando nace, un bebé tiene pocas necesidades en ese momento, pero reconoce si esas pocas necesidades se perciben o no.
A partir de esta constatación puede desarrollarse un fuerte sentimiento de confianza básica.
El bebé se siente aceptado y querido. Este sentimiento positivo se desarrolla adicionalmente mediante el contacto físico frecuente y mediante una intensa ocupación cariñosa con el niño.
La confianza básica se forma en los primeros años de vida. Basándonos en la neurociencia, sabemos que nuestras estructuras cerebrales se forman en los primeros 6 años de vida y que estos programas profundos y subconscientes también se imprimen aquí.
Los seres humanos forman su base para una autoconfianza sana y una vida feliz y saludable ya en la infancia, debido a la confianza, en relación consigo mismos y con las experiencias con sus padres, en que la vida y las personas son buenas.
Una confianza básica fuerte significa
Confianza en mí mismo:
- Autoestima, capacidad de amar
- Soy digno de ser amado
- Me siento seguro
Confianza en los demás
- Asociación, comunidad
- Confío en ti
- Sé que me comprenden y me aceptan
Confianza en todo el
- Mundo
- Merece la pena vivir
Una confianza básica sólida constituye la base para
- confianza en uno mismo
- confianza en las propias capacidades
- confianza en el desarrollo de la autoestima
- confianza en el desarrollo de la capacidad de amar
- Confianza en el vínculo con los demás
- Confianza en las relaciones amorosas
- Confianza en las amistades
- Confianza en la vida misma, en que la vida es básicamente "buena"
Sin embargo, sabemos que este ideal de relación entre padres e hijos rara vez funciona de forma óptima. En primer lugar, hay que señalar que estas llamadas huellas negativas pueden ser en parte de naturaleza subjetiva y no tienen por qué ser culpa de los padres, pero también conocemos situaciones como:
- Los padres temen malcriar demasiado al niño
- sobrecarga de los padres en su vida cotidiana normal
- Falta de confianza básica por parte de los propios padres
Si se desarrolla una confianza básica demasiado escasa, esta falta de seguridad y estabilidad suele acompañar a la persona durante toda su vida.
Especialmente en etapas especiales de la vida, como el comienzo de la escuela, la maduración para convertirse en adulto. Para la persona afectada, incluso llevar una vida independiente puede ser una carga mayor.
Los posibles problemas de falta de confianza básica son:
- Falta de confianza en uno mismo - Poca confianza en determinadas situaciones
- Contacto limitado con otras personas - Inseguridad interior
- Falta de confianza en el entorno - poca confianza en las personas
- Manejo negativo de las crisis - actitud poco positiva ante la vida
- Ansiedad - desconfianza - agresividad
- Poca confianza en los demás - poca confianza en la comunidad
- Falta de autoestima - Problemas de apego
- Relación de pareja - relación amorosa difícil
- Etc.
La experiencia de inseguridad o rechazo se manifiesta entonces en la vida cotidiana, la confianza básica de estas personas no es pronunciada, tienen problemas de autoestima, dudan una y otra vez, ya sea hacia su compañero de vida, sus superiores o sus semejantes.
No se quieren realmente a sí mismas, sienten muchas inseguridades y a menudo se encuentran en problemas de relación permanentes.
El Niño Interior - Creencias
Cuando hablamos del niño interior en la psicología moderna, nos referimos a una parte de la personalidad que debe entenderse como la suma de todas las huellas de la infancia, tanto positivas como negativas.
En las 3 instancias psíquicas de Siegmund Freud (id, ego, superego), el niño interior equivale a la instancia "id".
Siegmund Freud y sus 3 instancias psíquicas:
- Ello=Niño Interior - Niño Sombra / Niño Sol
- Yo=Adulto Interior=Instancia Pensante Consciente
- superYo=Crítico Interior=Instancia Moral dentro de nosotros
Estas experiencias e improntas están fijadas en el subconsciente, es decir, por regla general ni siquiera podemos recordar los programas internos perjudiciales, pero funcionan en el subconsciente y esperan a ser llamados. Estos miedos y necesidades, así como todas las impresiones positivas, se almacenan en el subconsciente, pero las impresiones negativas son las que causan más dificultades a los adultos.
Nuestra parte inconsciente del alma lo intenta todo para evitar tener que sufrir las ofensas y heridas. Al mismo tiempo, sin embargo, lucha por la seguridad y el reconocimiento. Todos estos miedos y anhelos operan en el subconsciente. En el nivel consciente, somos adultos que parecen dar forma a la vida. Pero en el nivel subconsciente, nuestro niño interior influye masivamente en nuestra percepción, sentimiento, pensamiento y actuación. Incluso mucho más fuertemente que nuestra mente.
Nuestro subconsciente (tronco cerebral y sistema límbico) es una instancia muy poderosa que controla entre el 80 y el 90 por ciento de nuestra experiencia y acciones. En nuestro sistema límbico se almacenan todas las experiencias emocionales que realizamos a lo largo de nuestra vida. Independientemente de que luego podamos recordarlas conscientemente o no, se almacenan allí.
Cuando tenemos una experiencia emocional fuerte, ésta puede activar estructuras neuronales de nuestro sistema límbico. Así, una experiencia actual puede, aunque no tiene por qué, desencadenar otras experiencias antiguas, que se refuerzan mutuamente.
Si, por ejemplo, la actividad neuronal del sentimiento de "miedo" se hace muy fuerte, las neuronas del sistema límbico se disparan hacia arriba, hacia la corteza. Ésta es la zona donde se almacenan todos nuestros conocimientos y donde se localiza nuestra capacidad para resolver problemas mediante la vinculación de la información relevante.
Dado que las estructuras cerebrales más profundas (sistema límbico, tronco encefálico) siempre tienen "derecho de paso" para garantizar la supervivencia, las reacciones emocionales fuertes pueden paralizar parcialmente nuestra superficie cerebral durante un breve espacio de tiempo. Son esos momentos en los que una buena persuasión, incluso con hechos racionales, deja de ser útil porque la emoción, por ejemplo el miedo, tiene la sartén por el mango.
¿Has intentado alguna vez ayudar a un pasajero con miedo a volar explicándole que volar es el medio de transporte más seguro? Estos argumentos racionales no funcionaron porque el córtex del pasajero era completamente inoperante. Las estructuras cerebrales más profundas le estaban señalando el mayor peligro. Por tanto, el córtex estaba inoperativo y ya no era accesible a nivel racional.