Un nuevo tratamiento contra el cáncer utiliza frecuencias resonantes para destruir distintos tipos de células cancerosas.
En su charla Tedx, "Destrozar el cáncer con frecuencias resonantes", el profesor asociado y director musical del Skidmore College, Anthony Holland, cuenta al público que tiene un sueño. Ese sueño es ver un futuro en el que los niños ya no tengan que sufrir los efectos de los medicamentos tóxicos contra el cáncer ni de la radioterapia, y hoy él y su equipo creen haber encontrado la respuesta.
Probablemente muchos de nosotros hemos visto u oído a personas romper cristales con el sonido de su voz. Esta asombrosa hazaña, explica Holland, se debe a un fenómeno llamado frecuencia resonante. Cuando alguien golpea un cristal, éste emite una frecuencia resonante natural. Para inducir la rotura, una persona tiene que hacer coincidir la frecuencia resonante del cristal con la vibración de su voz e ir haciéndola cada vez más fuerte hasta que el cristal finalmente se rompe.
Teniendo en cuenta este fenómeno, Holland y un equipo de investigadores se preguntaron si podrían inducir el mismo efecto en un microorganismo vivo o en una célula. Se toparon con el trabajo del investigador chino Dr. Mae-Wan Ho, que sugería que las células vivas tienen propiedades similares a las de los cristales líquidos. Teniendo esto en cuenta, Holland y su equipo se preguntaron si podrían influir en una célula enviándole una señal eléctrica específica, similar a la tecnología LCD.
Tras buscar en la base de datos de patentes un dispositivo que pudiera lograr esto último, dieron con un aparato terapéutico inventado por un médico de Nuevo México llamado Dr. James Bare. El dispositivo utiliza una antena de plasma que se enciende y se apaga, lo cual, según explica Holland, es importante porque un pulso constante de electricidad generaría demasiado calor y, por tanto, destruiría la célula.
Durante los 15 meses siguientes, Holland y su equipo buscaron la frecuencia exacta que destruiría directamente un microorganismo vivo. El número mágico llegó finalmente en forma de dos entradas, una de alta frecuencia y otra de baja. La frecuencia alta tenía que ser exactamente once veces superior a la frecuencia baja, lo que en música se conoce como el 11º armónico. En este 11º armónico, los microorganismos empiezan a romperse como el cristal.
Tras seguir investigando hasta conseguir la eficacia en el proceso, Holland empezó a trabajar con un equipo de investigadores del cáncer para atacar y destruir las células cancerosas. Primero examinaron las células del cáncer de páncreas y acabaron descubriendo que estas células eran especialmente vulnerables entre 100.000 y 300.000 Hz.
A continuación, pasaron a las células leucémicas y consiguieron destruirlas antes de que pudieran dividirse. Pero, como explica Holland en su charla, necesitaba estadísticas mayores para que el tratamiento fuera una opción viable para los enfermos de cáncer. ¿Qué cifras produjeron?
En experimentos repetidos y controlados, las frecuencias conocidas como tecnología OPEF (campo eléctrico pulsado oscilante) mataron una media del 25% al 40% de las células leucémicas, y en algunos casos hasta el 60%. Es más, la intervención incluso ralentizó las tasas de crecimiento de las células cancerosas hasta en un 65%. Fue un doble golpe.
El equipo también logró atacar las células del cáncer de ovario. Más recientemente, probaron el tratamiento contra la superbacteria mortal MRSA, un organismo resistente a muchos antibióticos comunes. Holland explica que miles de personas mueren cada año a causa del SARM, y se sabe que los fármacos utilizados normalmente contra este patógeno tienen efectos secundarios tóxicos. Increíblemente, la terapia de frecuencia eliminó la resistencia a los antibióticos, y los investigadores pudieron introducir una pequeña cantidad de antibiótico para matar la bacteria.
Holland espera que algún día el tratamiento anule los tratamientos convencionales tóxicos de que disponen actualmente los pacientes. Al final de su discurso, describe su visión del futuro de las clínicas oncológicas:
Creo que el futuro de las clínicas oncológicas infantiles será un lugar diferente. Serán un lugar donde los niños se reunirán y harán nuevos amigos, probablemente ni siquiera sabrán que están enfermos. Harán dibujos, colorearán sus libros y jugarán con sus juguetes, sin saber que por encima de ellos una hermosa luz de plasma azul irradia campos curativos y pulsantes que destruyen su cáncer de forma indolora y no tóxica, célula a célula. Gracias.
También merece la pena mencionar que Royal Rife identificó por primera vez el virus del cáncer humano en 1920 utilizando el microscopio más potente del mundo. Tras identificar y aislar el virus, decidió cultivarlo en carne de cerdo salada. En aquella época, éste era un método muy bueno para cultivar un virus. A continuación, tomó el cultivo y lo inyectó en 400 ratas, lo que, como cabía esperar, provocó muy rápidamente cáncer en las 400 ratas. El siguiente paso de Rife es donde las cosas tomaron un giro interesante. Más tarde encontró una frecuencia de energía electromagnética que haría que el virus del cáncer disminuyera completamente al entrar en el campo energético. Este gran descubrimiento llevó a Rife a desarrollar un dispositivo que podía sintonizarse para emitir la frecuencia que destruiría el cáncer. Así pudo tratar el cáncer tanto en ratas como en pacientes que se encontraban cerca del aparato.