¿Qué es la leucemia?
La leucemia, o también llamada cáncer de la sangre, es un término genérico para diversas enfermedades de las células sanguíneas y es un cáncer bastante raro en comparación con el cáncer de mama, el cáncer de intestino o el cáncer de pulmón. En la leucemia, las células sanguíneas de la médula ósea cambian y se multiplican sin control, desplazando a las células sanguíneas sanas. Las distintas formas de leucemia se distinguen según el curso de la enfermedad y el número de células sanguíneas afectadas. Por regla general, la leucemia afecta a los adultos. Sin embargo, los niños también pueden desarrollar la enfermedad.
¿Cómo se desarrolla la leucemia?
La sangre se forma en la médula ósea. Debido a un error en la información genética, puede ocurrir que una célula sanguínea no madure correctamente y sea incapaz de funcionar. Esto da lugar a los llamados blastos, que también pueden desplazar a las células sanguíneas sanas mediante un crecimiento incontrolado. Los médicos distinguen entre leucemia linfática y leucemia mieloide:
- Leucemias linfáticas: Los glóbulos blancos (linfocitos) degeneran durante la fase de desarrollo.
- Leucemias mieloides: Las células mieloides están malformadas. Incluyen los glóbulos rojos, las plaquetas y, además de los linfocitos, muchos tipos de glóbulos blancos.
Otras distinciones entre tipos de leucemia
La leucemia puede tener un curso agudo o crónico. Mientras que la leucemia aguda aparece muy repentinamente y provoca síntomas graves, la leucemia crónica tiende a progresar más gradualmente y pasa desapercibida al principio:
- Leucemia linfoblástica aguda (LLA): es bastante rara y suele afectar a niños menores de cinco años. Se produce sin previo aviso y suele progresar rápidamente.
- Leucemia mieloide aguda (LMA): es el tipo más frecuente de leucemia aguda y afecta sobre todo a personas mayores.
- Leucemia mieloide crónica (LMC): suele darse en adultos y se debe a una mutación genética.
- Leucemia linfocítica crónica (LLC): es un caso especial y se clasifica como linfoma, es decir, cáncer de los ganglios linfáticos.
Síntomas de la leucemia
Los síntomas de la leucemia aguda aparecen de forma bastante inesperada y se manifiestan inicialmente con signos inespecíficos que también pueden indicar otras enfermedades:
- cansancio intenso, fatiga y palidez como expresión de la reducción del número de glóbulos rojos
- Susceptibilidad a las infecciones y/o fiebre como consecuencia de la reducción del número de glóbulos blancos
- Sangrado por la nariz o las encías, formación de hematomas (moretones) tras heridas leves debido al número reducido de plaquetas sanguíneas
- Dolor óseo y/o articular como consecuencia de la diseminación de las células leucémicas en la médula ósea
- Dolor abdominal o sensación inusual de presión como consecuencia del agrandamiento del bazo o el hígado
- Mareos, dolor de cabeza o parálisis causados por el deterioro del sistema nervioso central
Si se trata de una leucemia mieloide crónica, los síntomas sólo aparecen tarde en el curso de la enfermedad. Los primeros signos pueden incluir las siguientes molestias inespecíficas:
- Inflamación de los ganglios linfáticos
- Dolor abdominal causado por un agrandamiento del bazo
A medida que la enfermedad avanza, los síntomas de la leucemia aguda y crónica se van pareciendo.
¿Cómo se diagnostica la leucemia?
Para diagnosticar la leucemia, el médico de cabecera pedirá primero un hemograma completo. Si el hemograma es anormal, un especialista en medicina interna, por ejemplo, pedirá otros resultados de laboratorio que proporcionen información sobre la función del hígado o los riñones. En un paso posterior, el médico también puede ordenar un examen de la médula ósea para obtener información valiosa sobre la composición de las células hematopoyéticas.
¿Cómo se trata la leucemia?
El tratamiento de una leucemia siempre se adapta individualmente al paciente. Además del tipo de leucemia, también desempeñan un papel importante la evolución de la enfermedad, la edad del paciente y el estado general de salud. La quimioterapia es el tipo de tratamiento más importante para la leucemia aguda, mientras que la leucemia mieloide crónica suele tratarse con fármacos especiales llamados inhibidores de la tirosina quinasa. En algunos pacientes, sin embargo, también se lleva a cabo una terapia con células madre, en la que se destruye deliberadamente la médula ósea para sustituirla por células madre sanas.
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